Anda tranquilo maestro, buen viaje. Te recordaré siempre con una sonrisa en el alma y en el corazón. Estaré eternamente agradecido por tu generosidad para conmigo. Por abrirme tu corazón mediante tus sabios consejos.
Me duele el alma porque te vas en un suspiro, justo el día en el que tú San Lorenzo pegó el grito de Campeón de América y a diez minutos de tener que salir a la cancha con Pelota de Trapo.
Estarás siempre en mi corazón, te extrañaré mucho. Mucho.
